domingo, 6 de marzo de 2011

Las fobias

Las Fobias:


Una fobia es esa emoción o ese sentimiento de temor desproporcionado frente a algo (situación, persona, animal o cosa) que habitualmente, por los demás, no es considerado como peligroso.

Prácticamente, cualquier cosa puede ser objeto de una fobia. Ahora bien, a lo que nos referimos cuando hablamos de fobias es al mecanismo implicado en la enfermedad de ese sujeto.

Hay cosas que a todos, en algún momento, nos pueden llegar a intranquilizar, son las fobias de toda la vida, aquellas que debieron sentir nuestros antepasados en tiempos ancestrales: el temor a la oscuridad de la noche, a las serpientes, a las arañas, ratas, tormentas... a esas cosas que en su momento con razón, se debían temer durmiendo en una cueva; es decir: ahora esos temores son restos de lo que en su tiempo debió ser temor fundado.

Hay fobias recientemente adquiridas y comprensiblemente motivadas, como las que aparecen después de sufrir un accidente, del tipo que sea; si uno se ha estrellado con un automóvil comprendemos que sienta dudas al pensar en meterse en un coche y volver a conducir. Pero también hay fobias, mal llamadas fobias; por eso algunas personas, cuando se les preguntan por su fobia a las cucarachas, a las arañas, a las gallinas, etc. dicen, muy correctamente, que sienten asco. Esto es importante. Esa diferenciación puede indicar que no se trate de una fobia, sino de otro tipo de afección, en tanto es el asco, precisamente, el sentimiento predominante en la histeria.

En las fobias reales, en las auténticas, el sujeto no habla del asco que tiene a los caballos, o a los ascensores o el asco que le dan los aviones, porque el afecto predominante ya no es el asco, es la angustia; y todas las prevenciones, las precauciones y las restricciones que se impone el sujeto con fobia, son justamente para evitar el terrible ataque de angustia. Cuando el individuo padece agorafobia -temor a los espacios abiertos- no sale de casa para evitar un ataque de angustia (los síntomas del ataque: palpitaciones, sudoración, respiración acelerada, presión en el pecho, sensación de muerte inminente o miedo a volverse loco). Y si padece claustrofobia -temor a los espacios cerrados-, lo mismo: se produce el mismo mecanismo... para evitar el ataque de angustia.

Las fobias, por tanto, pueden ser muy incapacitantes para el que las padece (y muy molestas para quienes les rodean): a veces, cuando no puede salir de casa, no puede trabajar para ganar algo de dinero para poder mantenerse, de manera que queda en total dependencia económica. Los fóbicos (sin tratar) cada vez limitan más su actividad cotidiana, y para evitar el contacto con el objeto fóbico que sea y así prevenir el ataque de angustia, desarrollan todo una serie de conductas de evitación o precaución que los va amurallando cada vez más. Así que el fóbico, en general, tiene miedo a las personas, evita el contacto con los otros, y con ello limita su vida social de manera muy importante. Y es que: Cuando el miedo no está en su lugar se teme a todo

Se ha demostrado, el psicoanálisis lo ha hecho (vean el miedo a los caballos en el caso Juanito, que incluso se ha llevado al teatro...), que en la fobia, el miedo este del que hablamos, o sea la fobia, no es, en la realidad inconsciente, miedo a quedarse encerrado en ‘los ascensores’ (no es miedo a ese ascensor concreto) o a los espacios abiertos (a esa plaza de la Independencia) o a ir por la calle... sin la compañía de alguien de confianza (el acompañante fóbico), aunque ahí se haga manifiesto. El miedo (como sentimiento) se ha desplazado desde el lugar (de origen, Real) donde ese sentimiento estaba justificado, a otro lugar (de sustitución, y generalizado), donde aparece, por eso se dice que es un miedo injustificado, un miedo irracional y por eso mismo, porque ahí donde aparenta ser, es pura fachada, las fobias no desaparecen cuando se intenta convencer al fóbico de lo irracional de su temor y de lo inadecuado de su conducta consecuente, ni prescribiéndole las mejores y más novedosas medicaciones que, en verdad, le atenúan el desarrollo afectivo de la angustia; porque las fobias, para entendernos, son reflejo (virtual) de otra situación.

La fobia (como síntoma) pone en acto una escena que en realidad corresponde, en paralelo, a otra escena de otra obra, con las que, sin duda, tiene estrechas relaciones. De ahí que Freud indicara, precisamente, que para que se pudiera empezar a solucionar el sufrimiento, el padecimiento del paciente, había que comenzar por hallar, de ese síntoma, su sentido y su lugar en la vida anímica del individuo, esto es: establecer una conexión entre los pensamientos inconscientes -sean impulsos o fantasías- y los síntomas.

Porque: El objeto que se elige para la fobia no es un objeto cualquiera, tiene una íntima relación con la historia personal del sujeto, por eso justamente, por esa proximidad, por ese parecido, se elige como objeto de la fobia, por eso, Freud dice, Asocie, asocie libremente... porque en esa libertad, en acto, al hablar en sesión, vamos a descubrir, donde está comprometida la libertad de ese sujeto y el sujeto mismo.