jueves, 23 de abril de 2015

¿Por que nos dicen que todos somos neuróticos?

Cuando se dice que todos ‘somos neuróticos’... nadie lo discute y aunque no nos quedamos contentos con la etiqueta, no protestamos y aceptamos todos que sentimos que somos un poco neuróticos.
Pero ¿qué hay de cierto es esa afirmación?
Vamos a las fuentes. (siempre Freud)
Para cualquiera, la esencia de una enfermedad son sus síntomas, de modo que si alguien tiene síntomas está enfermo y si no tiene síntomas no está enfermo, lo cual es cierto en sentido vulgar pero no lo es en términos estrictos de salud. Cuando por ejemplo nos acatarramos tenemos todos los síntomas del catarro... vamos al médico, nos medica y rápidamente dejamos de tener esos síntomas, pero no estamos curados, aun no hemos dejado de estar enfermos, podemos ante cualquier circunstancia ligeramente adversa hacer nuevos síntomas porque aun no estamos curados, ya no es la nariz, ahora es la garganta, ya no es la garganta, ahora es la tripa, o sea, aun nos queda hacer desaparecer la enfermedad. Enfermedad y sintomatología son dos conceptos diferentes. Se puede estar enfermo ya y aun no dar síntomas.
Esto que se ve tan clarito en la corporalidad material, es algo más sutil en lo psíquico.
Todo el mundo está de acuerdo en que los síntomas psíquicos son aquellos actos nocivos o cuando menos inútiles, que el sujeto realiza muchas veces contra toda su voluntad, y además experimentando sensaciones displacientes, dolorosas o directamente perjudiciales (para sí mismo y para los demás). Es decir el enfermo gasta mucha energía en la realización de esos actos pero es que también gasta mucha energía en vencer la oposición que el mismo presenta a la realización de los mismos.
Voy a salir de viaje, lo preparo todo con antelación, cuidando de no olvidarme de nada y revisándolo todo un par de veces por si acaso. Por fin salgo de viaje, repasando mentalmente mientras me alejo que todo lo dejo correctamente... pero empiezo a dudar si no habré cerrado la llave de paso o el gas, o la luz del trastero o si he guardado los billetes del tren en su sitio... y dudo hasta tal punto que tengo que volver a comprobar porque si no... 
Es decir, que el daño principal se deriva del esfuerzo psíquico que exige: primero la ejecución de tales actos y luego la lucha contra ellos (¿Pero como voy a volver ahora?, voy a llegar tardísimo... No, no, tengo que comprobarlo...). Este esfuerzo que se ha realizado en la formación de síntomas, agota la energía psíquica del enfermo y le incapacita para otra actividad (próxima, futura).
Esto, claro que podemos decir: ‘le pasa a cualquiera’, porque todos llevamos en nosotros mismos la condición de la formación de síntomas, en ese sentido y solo en ese sentido, todos somos neuróticos, pero es que importa y mucho, la cuestión de la cantidad. No es lo mismo, dudar de algo un poco, que dudar hasta el extremo de tener que repetir el proceso, eso ya es diferente...  
No, ya, pero eso a mí, me pasa siempre... dicen algunos.
Bueno hay que saber que:
Los síntomas a los que nos referimos son el efecto de un conflicto (entre una fuerza a favor de... y otra fuerza en contra de...) surgido alrededor de un modo de satisfacción. El efecto de la conciliación entre esas dos fuerzas opuestas, es el síntoma.

Que el síntoma sea el resultado de una transacción, entre dos fuerzas, nos indica que está sustentado doblemente. 
(Continuará) 

jueves, 16 de abril de 2015

La grandeza de Freud II

La novedad que trae el psicoanálisis no son las enfermedades: la histeria ya existía antes de que Freud se pusiera a investigarla, y lo mismo la neurosis obsesiva, la depresión, la neurosis de angustia, la neurastenia, la hipocondría y las psicosis, lo que él hace es investigarlas y discriminarlas adecuadamente. Investigarlas con un nuevo método que da otra técnica que necesita de nuevos instrumentos teóricos que aportan a la ciencia una nueva óptica, y arranca a los enfermos de tales enfermedades la etiqueta de ‘degenerados’, que se mantenía desde Aristóteles, con su idea de bien supremo como fundamento ético. El hombre tiende al bien, y los que no, como los ‘nerviosos’, más pendientes de ‘su bien’, que del bien, incapaces de nada elevado, como las bestias eran irresponsables y degenerados, en ese saco estaban, con la mujer de acompañante, por que ella era directamente incomprensible... hasta  Freud que la dice “Hable” mostrando a quien esté dispuesto a ver, que esos mismos fenómenos aparecen tanto en los normales como en los enfermos de los nervios, en los hombres como en las mujeres.
¿Qué ha cambiado tan radicalmente? La escucha. Freud escucha. Y su escucha cuestiona lo ‘sagrado’ en tanto plantea: si una enfermedad nerviosa es de etiología genética no sería posible modificarla con su técnica, cosa que no ocurría ergo, algo fallaba en aquella concepción. Los enfermos, sus enfermos mejoraban y hasta curaban de sus síntomas, véase los dolores del muslo de Elizabeth, la rinitis de Lucy, las alucinaciones de Catalina, las contracturas, tics y ruiditos faríngeos de Emmy... todos tienen una determinación psíquica. Luego si fracasan en esos casos los tratamientos físicos es porque dejan de lado esa cuestión. Decisiva. ¿Qué demuestra esto sino que Los conceptos científicos no soportan la inalterabilidad.? Que hay que estar dispuesto a aceptar las modificaciones que se van produciendo con los nuevos conocimientos.
Es decir, si un concepto es inalterable no es un concepto científico, será una noción ideológica, una concepción general del mundo, pero no un conocimiento concreto de un aspecto de la realidad susceptible de modificación con cada nuevo descubrimiento.
Rigurosamente, si un concepto, sea cual sea, goza de eternidad, de inmutabilidad, será religioso pero no científico. Dios es el que es inmutable, igual a sí mismo, porque él es el que es. ‘Soy el que soy’ le dice a Moisés desde una zarza ardiendo en el Monte Horeb: No te acerques. Y descálzateporque el lugar donde estás es sagrado.
Bueno, no hay nada sagrado en la ciencia, hay trabajo.
1.600 años de trabajo en la historia de la humanidad se necesitaran, para que por medio de Descartes (1596-1650) se produjera el ‘pienso luego existo’ o lo que es lo mismo ‘porque pienso soy’ lo que nos indica que hasta ese momento pensar, era cosa de Dios si era elevado dicho pensamiento si no... el diablo andaba cerca. Otros casi 300 de trabajo años se necesitaron para que Freud (1856-1939) nos mostrara que no todos los pensamientos son efecto de la razón,  conciencia y voluntad, que también se piensa sin querer: Que también cualquiera ‘piensa lo que no cree pensar’ y ‘no piensa lo que creer pensar’. Porque: Ni soy lo que piensoNi pienso lo que creo ser.
Es decir, No hay una única manera de pensar.
Hay pensamiento filosófico, hay filosofía en la manera de pensar, y hay maneras de pensar el pensamiento.
Desde Freud, tengo que contar con que hay una tendencia, en cada uno, a no contar con ‘lo que para uno no cuenta’. Una tendencia a considerar importante lo que para uno es importante y a la inversa, a no considerar importante lo que para uno no es importante.
Y claro, cuando hay encuentro con la realidad, hay tropiezo.