Se dice mucho de la culpa pero se olvida más, ¿Por qué? porque lo primero que hay que decir es que la culpa es inconsciente. El sentimiento de culpabilidad es ‘in-consciente’. Se nos olvida porque es una complicación de entrada. No hay coincidencia en el funcionamiento entre lo que es consciente y lo que no lo es. Podemos no ser conscientes de algo, pero eso no quiere decir que ese algo sea inconsciente. Puede sernos desconocido, mientras funciona con normalidad. Puede ser que una cosa sea diferente a otra y perfectamente no ser ‘lo opuesto’, escalera y Apellido son 'cosas' diferentes pero no opuestas. Es importante reconocer y respetar esa diferencia. Discriminar lo uno y lo otro hace inteligencia. Lo consciente tiene sus modos, sus leyes de funcionamiento. Lo inconsciente también tiene su modo particular de funcionamiento. No son iguales.
Lo consciente, al principio, se rige por el principio de
placer, pero más adelante se impondrá el principio de realidad, la prueba
de realidad... Esta indica por ejemplo, si el fenómeno es externo o interno. Si un estímulo me afecta (hambre, frío...) y yo me muevo, me cambio ‘de sitio’ y se me pasa (el hambre o el frío),
ese sería un fenómeno externo a mí, al sujeto...
si no se me pasa y persiste es que era un fenómeno interno, quizá una
necesidad, lo que requerirá ‘de mí’ otro tratamiento de la cuestión, otro
abordaje... en tanto ahora sé, que eso ‘no es no es algo externo a mí’.
Lo que hay que aprender:
No se puede tratar como igual lo que es diferente... (No se
puede pensar lo inconsciente como si fuera consciente)
Todo esto es para introducir el tema de la
culpa, y en concreto el sentimiento de culpabilidad.
Con el mero hecho de que hagamos aparecer el término
‘sentimiento’ estamos indicando una dirección, una orientación de las ideas que no corresponde ni a la
religión ni al derecho. Ni a la religión porque la sensación de culpabilidad,
en general, no es ni de lejos, una respuesta del ‘sujeto arrepentido’,
consecuencia de algún acto cometido, omitido o simplemente pensado... y esto
último es muy importante tenerlo en cuenta en este viaje alrededor de la culpa
y sus sentimientos.
La culpa es
inconsciente.
Consciente es el ‘remordimiento’ (morder y morder y
morder... re-morder). La Culpa de la que hablamos no es ni la de la religión ni
la del derecho. Es la real, es aquella de la que sabemos por sus efectos, y su
efecto es efectivamente que ‘exigir castigo’ Solo cuando el sujeto es castigado
o se siente castigado, deja de padecer ese sentimiento de culpabilidad.
Es decir, busca ser castigado porque solo con ‘el castigo’ encuentra
alivio. ¿Alivio? Alivio, sí, al mal-estar que le produce la Angustia, cuando ésta
toma al sujeto.
La angustia es otro sentimiento. El más importante que tenemos,
por su relación con el deseo. Es decir: si hay angustia es que hay deseo. O sea, un deseo, pero no cualquiera, sino un
deseo que ‘fue en otro momento’ prohibido, proscrito, por la propia moral del
sujeto, porque fue considerado inadecuado, intolerable... Son estos, generalmente,
los deseos hostiles, los agresivos, los sádicos... esos deseos que generan un
alto displacer en el sujeto por el malestar que le producen a la conciencia.