Latente.
Hay una
hostilidad, en la enfermedad, que de no contar con ella, de no analizarla, nos
mata. La hostilidad, digámoslo de una vez por todas, es instinto de muerte.
Pulsión de destrucción, como si quieren llamarlo Tánatos, en contraposición a
Eros, me da lo mismo. Es hostilidad y lo que lo acompaña es odio, deseo de
muerte.
Ejemplo en el
cine, una película llamada Alien lo explicaba de una forma sorprendentemente
gráfica. El Alien era tan hostil que hasta su sangre era ácido, de modo que al
ser herido las gotas que manaban de la herida fundían, perforaban
todo lo que se ponía a su paso, empezando por la mesa camilla en la que habían
depositado su cuerpo y hasta el suelo de la enfermería era perforado.
Hostilidad.
Peligro de muerte y goce. Goce, muerte y deseo inconsciente, bonita mezcla.
Gozo con mis malos deseos, aunque no lo sepa. Si mi amor no puede controlar mi
odio, y este no encuentra un exutorio, una salida, me envenena. Gana por dentro
y como el ácido del Alien, corroe todo lo que se le ponga por delante, ajeno o
propio. Cegado por el odio, tiende a los comienzos, a lo que fue en
un principio: materia inanimada, cero excitaciones, la nada, la muerte.
La muerte no se
ve. Vemos al muerto, no la muerte, la muerte se intuye, se huele, se
vive, pero no se ve y está ahí. Imágenes de cine: jugando una partidita de
ajedrez... mientras tanto.
Freud, llamó la
atención a la humanidad entera, sobre lo que vemos y lo que no vemos. Nos
advirtió, con más de trescientas páginas contundentes, que una cosa era lo
que contábamos haber soñado, que eso era lo manifiesto, el jeroglífico a
descifrar, ese era el texto, lo sagrado, de lo que tenemos que partir para
investigar. Desde ahí hay que empezar a desentrañar, a ver que quiere
decir eso, a lo que, como a lo sagrado, no se le puede dar la espalda. Es
dado así y algo querrá decir. Eso que hay que desentrañar, que nos ha sido dado
así, está formado por ideas que han encontrado esa forma de
expresión, Esas son las ideas que son latentes... las mismas
ideas () son las que de una esa manera particular,
concreta, han formado el sueño. No se ven las ideas latentes, pero ahí están,
detrás, trabajadas por operarios los operarios del inconsciente (la
condensación, el desplazamiento), buscando expresarse, exactamente igual que el
deseo inconsciente. Exactamente igual que la venganza disfrazada de paciencia,
o exactamente igual que cuando a veces, las ganas de matar se
muestran disfrazadas de dolor. Es lo latente... esperando su momento para
expresarse.
Latente, deseo
latente. Amor-odio.
La misma energía libidinal, pero en sus extremos, con efectos sumamente diferentes. Me curo por amor. Me mato o me dejo morir para que se enteren lo que es sufrir.
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